ANGUSTIA:
Yo no vengo esta noche para vencer tu cuerpo,
en el que están los pecados de un pueblo ni para,
en tu impuro cabello, alzar tormenta
bajo el fastidio incurable .que destilan mis besos.
en el que están los pecados de un pueblo ni para,
en tu impuro cabello, alzar tormenta
bajo el fastidio incurable .que destilan mis besos.
Pido a tu lecho el pesado sueño sin fantasmas
deslizándose a través de las cortinas ignoradas del remordimiento,
que tú puedes saborear después de tus negras mentiras.
Tú que sobre la nada sabes más que los muertos.
deslizándose a través de las cortinas ignoradas del remordimiento,
que tú puedes saborear después de tus negras mentiras.
Tú que sobre la nada sabes más que los muertos.
Pues el vicio, royendo mi nativa nobleza,
me ha marcado, como a ti, con el sello de la esterilidad;
mas en tanto que tu seno de piedra lo habita
me ha marcado, como a ti, con el sello de la esterilidad;
mas en tanto que tu seno de piedra lo habita
un corazón que la garra de ningún crimen hiere,
yo huyo, pálido, deshecho, obsesionado por mi sudario,
temiendo morir cuando duermo solo.
yo huyo, pálido, deshecho, obsesionado por mi sudario,
temiendo morir cuando duermo solo.
APARICIÓN:
La luna se entristecía. Serafines llorando
sueñan, el arquillo en los dedos, en la calma de las flores
vaporosas, sacaban de las lánguidas violas
blancos sollozos resbalando por el azul de las corolas.
sueñan, el arquillo en los dedos, en la calma de las flores
vaporosas, sacaban de las lánguidas violas
blancos sollozos resbalando por el azul de las corolas.
Era el día bendito de tu primer beso.
Mi ensueño que se complace en martirizarme
se embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza
que incluso sin pena y sin disgusto deja
el recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido.
Mi ensueño que se complace en martirizarme
se embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza
que incluso sin pena y sin disgusto deja
el recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido.
Vagaba, pues, con la mirada fija en el viejo enlosado,
cuando con el sol en los cabellos, en la calle
y en la tarde, tú te me apareciste sonriente,
y yo creí ver el hada del brillante sombrero,
que otrora aparecía en mis sueños de niño
mimado, dejando siempre, de sus manos mal cerradas,
cien blancos ramilletes de estrellas perfumadas.
cuando con el sol en los cabellos, en la calle
y en la tarde, tú te me apareciste sonriente,
y yo creí ver el hada del brillante sombrero,
que otrora aparecía en mis sueños de niño
mimado, dejando siempre, de sus manos mal cerradas,
cien blancos ramilletes de estrellas perfumadas.
SONETO:
El de sus puras uñas ónix, alto en ofrenda,
la Angustia, es medianoche, levanta, lampadóforo,
mucho vesperal sueño quemado por el Fénix
que ninguna recoge ánfora cineraria:
la Angustia, es medianoche, levanta, lampadóforo,
mucho vesperal sueño quemado por el Fénix
que ninguna recoge ánfora cineraria:
Salón sin nadie en las credencias conca alguna,
espiral espirada de inanidad sonora,
(El Maestro se ha ido, llanto en la Estigia capta
con eso solo objeto nobleza de la Nada.)
espiral espirada de inanidad sonora,
(El Maestro se ha ido, llanto en la Estigia capta
con eso solo objeto nobleza de la Nada.)
Mas cerca la ventana vacante al norte, un oro
agoniza según tal vez rijosa fábula
de ninfa alanceada por llamas de unicornios
agoniza según tal vez rijosa fábula
de ninfa alanceada por llamas de unicornios
Y ella apenas difunta desnuda en el espejo
Que ya en las nulidades que clausura el marco
Del centellar se fija súbito el septimino.
Que ya en las nulidades que clausura el marco
Del centellar se fija súbito el septimino.
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